En el ámbito católico “El Ángelus” es una oración de ritual diario. Conmemorando el “Día de la Felicidad” me pareció de valor compartir esta experiencia personal, que trasciende de una oración hacia un estilo de vida, un modelo mental que me ha permitido buscar mi felicidad.
Entiendo como felicidad no un estado emocional, sino una decisión de vivir la vida enmarcado en un propósito personal, donde mis decisiones y acciones responden a lo que yo creo, basado en mis principios y valores. En este concepto, la felicidad no es momentánea, es un estado permanente del ser, que incluso está presente en buenos y malos momentos de la vida, donde hay un flujo de permanente aprendizaje y crecimiento.
La felicidad no tiene que ver con lo que yo recibo o con lo que me viene de afuera o de lo que otros me dan para ser feliz. La felicidad nace de adentro y se la vive hacia afuera en coherencia con el propósito y valores. La felicidad más grande viene de dar, no de recibir. Eso es lo que más cuesta en nuestra humanidad, generalmente egoísta.
En el ámbito laboral, los líderes tienen como una de sus principales obligaciones velar por el bienestar y felicidad de la gente a cargo. Cómo diría Simon Sinek, el líder no es el responsable de los resultados, es responsable de quienes son su responsabilidad y de quienes son responsables de aquellos, ya que son ellos los responsables de los resultados.
Bob Chapman, quien ha logrado crear un imperio empresarial en Estados Unidos, de grandes resultados y retornos de rentabilidad, lidera con un principio que es la base de su éxito: “Medimos éxito por la forma en que topamos la vida de la gente. No por poder, no por posición, no por dinero, no por crecimiento, sino por la forma que enriquecemos y sanamos la vida de los demás”. ¿Cómo? No dando cosas materiales, sino dando respeto, dignidad, apertura, flexibilidad y desarrollo, de enseñar a la gente a vivir con propósito y buscar su felicidad.
Es una forma de vivir que puede aplicarse a cualquier persona, independientemente de sus creencias religiosas. Esta filosofía de vida se basa en tres principios clave, que componen la oración de Angelus:
“El Ángel del Señor Anunció a María”: Estar abiertos a las oportunidades, a menudo, nos enfocamos en nuestros deseos, metas y expectativas, y perdemos de vista otras opciones que pueden llevarnos a un camino de crecimiento y realización personal. Aprender a decir SÍ a lo esencial, que no siempre es lo deseado.
“He aquí la esclava del Señor”: Aceptar la realidad, en lugar de resistirnos, amargarnos, resignarnos y luchar contra ella, debemos aprender a aceptarla, adaptarnos con flexibilidad y encontrar las oportunidades que esta trae, sin perder el norte de nuestro propósito y valores que le den sentido y significado.
“Y el Verbo de Dios se hizo Carne y Habitó entre nosotros”: Soltar con fe y confianza, sabiendo que mi decisión responde a lo que yo puedo hacerme responsable, sabiendo que no puedo controlar lo que sucede, ni cómo sucede, ni porque sucede, ni cómo me va a impactar, sí de cómo puedo reaccionar.
En mi propia experiencia, he encontrado que adoptar este estilo de vida me ha permitido superar situaciones difíciles y encontrar la paz y la realización personal. Poder hacer el bien y servir a los demás, con enormes gratificaciones. Estar abierto a oportunidades, aceptar la realidad y tomar control de mi propia respuesta, he encontrado un camino hacia el crecimiento y la felicidad.
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